¿Pueden los aranceles cambiar el mundo?
Los aranceles que Estados Unidos está imponiendo a sus importaciones, ponen en jaque a los mercados y la economía internacional. ¿Pueden los aranceles cambiar las reglas del juego? En las últimas décadas, todas las economías del mundo han crecido gracias a la globalización, pero las desigualdades han aumentado en los países más desarrollados, creando un sentimiento de injusticia en algunos. Coge tus auriculares y descubre dónde reside el verdadero poder hegemónico de Estados Unidos.
“Esta posición dominante de Estados Unidos, en un contexto en el que cada vez pesa menos en la parte comercial, pero mantiene la parte financiera y mantiene una posición en las instituciones internacionales, entra en colisión […] con el hecho de que otras potencias, otras economías, van creciendo en tamaño. China es el caso más importante: crece en tamaño económico, pero no se ve reflejada en la gobernanza de este sistema multilateral.”
¿Afectan los aranceles sólo al comercio o es la economía internacional globalizada lo que está en juego?
Javier Pérez, director del Departamento de Economía Internacional y Área del Euro, nos explica cómo el mundo y sus economías han cambiado en las últimas décadas, especialmente desde el fin de la Guerra Fría. Sin conflictos bélicos de orden mundial, con unos costes de transporte cada vez menores, un desarrollo tecnológico sin precedentes y una especialización de los países en la producción bienes o servicios, la globalización ha cambiado todas las economías y las ha interconectado en muchos aspectos.
En términos generales, los países más avanzados se han especializado en servicios, mientras que las economías emergentes se han especializado en la producción de bienes, desde materias primas hasta bienes industriales. Todos los países han visto crecer sus economías, pero no todas en la misma proporción o en los mismos ámbitos: se ha generado un sentimiento de injusticia en los sectores industriales de algunas economías occidentales.
Estados Unidos ha vivido un gran crecimiento en la provisión de servicios al resto del mundo, pero su producción industrial ha disminuido. En cualquier caso, el poder del país con mayor PIB del mundo no radica en su capacidad comercial, sino financiera. Estados Unidos emite dólares, la moneda internacional de reserva, y su deuda pública está en las carteras de todos los bancos centrales y entidades financieras del mundo. Tiene un papel central en todos los mercados del mundo -de valores, de energía y de bienes- y, junto al resto de potencias occidentales, tiene una posición preminente en los principales organismos de gobierno internacional.
Aunque el peso de las economías está cambiando (en términos generales, las economías avanzadas producían el 60% del PIB internacional hace 4 décadas, y ahora ese 60% lo producen las economías emergentes), el peso político, regulador y económico del mundo lo siguen manteniendo las economías occidentales, Europa entre ellas.
Pero los últimos cambios geopolíticos (desde el COVID hasta la guerra en Ucrania) han hecho que conceptos como ‘ventaja comparativa’ pasen a un segundo plano, mientras que conceptos como ‘autonomía estratégica’ o ‘seguridad económica’, empiezan a mover la economía global.
Ante toda esta incertidumbre, Europa tiene que seguir abogando por una solución cooperativa, especialmente entre todos sus miembros. Formada por economías pequeñas que juntas son un gigante comercial, la colaboración está en nuestro ADN y somos un socio internacional confiable, que apuesta por el establecimiento de reglas que respeten a todas las partes y sean sostenibles. Y las reglas son imprescindibles para el orden económico internacional.